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¿Sabías que el estrés puede provocar pérdida de visión?

¿Quién no ha sentido estrés en algún momento de su vida? O, mejor dicho, ¿quiénes tienen la dicha de no sentirlo a diario, ya sea por trabajo, tareas familiares, problemas sociales…? Y es que el estrés es un mal endémico que nos cuesta mucho gestionar pero que, incorporando ciertos hábitos saludables a nuestro día a día, a la vez que intentamos combatir aquello que hemos identificado como fuente principal de nuestro estrés, podemos lograr hacerlo más llevadero. Según la Agencia Europea para la Salud en el Trabajo, más de 40 millones de personas aseguran padecer síntomas relacionados con el estrés laboral.

Según la Asociación Americana de Psicología, las fuentes más comunes son los sueldos bajos, el exceso de trabajo, la poca oportunidad de promoción dentro de la empresa, la falta de apoyo social, no tener potestad para tomar decisiones, no tener un puesto de trabajo que requiera un reto diario, entre otros factores.

Y aunque somos conscientes de los problemas de salud que pueden venir derivados del estrés, puede que lo que no seamos conscientes es de qué manera este estrés puede afectar a nuestra visión.

¿Y cómo llega a afectar el estrés a la visión?

En general, las formas más comunes en las que se presenta el estrés en los ojos son: tic o temblor de ojos, inflamación ocular e incluso, si el estrés llega a niveles extremos, puede producir pérdida súbita transitoria de la visión.

Tic nervioso o temblor de párpados

Cuando atravesamos grandes crisis de estrés, podemos sentir algunas molestias en nuestros ojos. Seguro, que alguna vez has notado un temblor incontrolable en el párpado superior que ha sido muy molesto. Este temblor o tic nervioso, que se conoce como mioquimia del orbicular es la manifestación más frecuente del estrés en nuestros ojos y afortunadamente es lo más leve que nos puede ocurrir. Pues bien, este tic intermitente se trata de un movimiento involuntario provocado por la señal que transmite nuestro sistema simpático al músculo elevador del párpado superior que se encarga de elevar los párpados, llamado músculo de Müller, y se puede activar en situaciones de estrés en las que liberamos la hormona del estrés llamada catecolamina (la adrenalina es la catecolamina más conocida). Cuando éstas están elevadas, el músculo puede contraerse de forma involuntaria (fasciculación o mioquimia), resultando en una sensación extraña e incómoda en el párpado que se repite varias veces durante el día.

Normalmente, suele tratarse de una molestia transitoria que no tiene clínica y no precisa tratamiento oftalmológico porque remite enseguida.

Cuando estos periodos de estrés van acompañados de escasez de horas de sueño, es muy usual también presentar síntomas como pesadez en los párpados, tener la sensación de irritación en los ojos o pequeños puntos negros que aparecen y desaparecen en nuestra visión. Por ello, es muy recomendable que aprendamos a gestionar el afrontamiento del estrés, intentar evitar las situaciones que lo favorecen y descansar las horas suficientes que necesite nuestro organismo.

Inflamación en la retina

Este signo clínico puede estar causado por el estrés y se suele corresponder con una maculopatía serosa central, que es una inflamación benigna de la mácula (parte central de la retina responsable de nuestra visión central y de la percepción de los detalles). Las personas que sufren esta maculopatía suelen percibir una visión borrosa y, en ocasiones, pueden sufrir una pérdida repentina de la visión.

Pérdida de visión

Cuando estamos sometidos a un estrés permanente también podemos llegar a sufrir una pérdida súbita de la visión o amaurosis. Normalmente la pérdida de visión suele ser un síntoma transitorio, pero es muy importante que acudamos a un oftalmólogo si lo sufrimos, porque también puede tratarse de una señal de alarma que anticipe otro tipo de problemas.

Y este sometimiento a un estrés permanente, se puede producir un estado conocido como fatiga visual, que torna borrosa la visión por la pérdida de foco. Es una afección transitoria muy común y en ocasiones va acompañada de sequedad ocular.

Se trata por tanto de un fenómeno pasajero, sin importancia clínica, y sin repercusiones visuales, y que se cura, restándole importancia a los síntomas.

Si no se resuelven estos signos mencionados, el proceso puede hacerse crónico y dejar secuelas visuales.

Filtros solares que reducen el estrés visual

Y es que el hecho de llevar gafas deportivas graduadas o sin graduar, en el caso de no necesitar corrección, con filtros solares específicos para la práctica deportiva, nos pueden provocan una sensación visual tan placentera que reduzcan el sufrimiento en el deporte. Tal y como explicamos en el apartado de Lentes y Filtros de nuestra web, hay filtros solares que, por su tonalidad, potencian unas características u otras. Por ejemplo, las lentes de color rosado proporcionan a la visión una sensación de descanso; las lentes que tienen un tratamiento de recubrimiento multi-capa de color rojizo favorecen la profundidad de campo y reducen la fatiga ocular, así como la tonalidad púrpura.

Las gafas deportivas que se venden en tiendas de deporte no nos aseguran que las lentes cuenten con los mínimos de recomendaciones de la CE en cuanto a protección y calidad visual. Por ello recomendamos que compréis las gafas deportivas en óptica.

Para reducir el estrés debemos procurar descansar las horas necesarias, incorporar en nuestro día a día hábitos saludables y hacer deporte para eliminar tensiones. Y si nuestras gafas deportivas llevan un filtro solar que eviten el estrés visual, mejor que mejor.

En fin, que no hace falta cogerse unas vacaciones siempre para desestresarse, hay muchos hábitos que pueden contribuir a ello.